Cultivar nuestros propios alimentos, con nuestras propias manos y con criterios de agricultura ecológica es una desición fácil de tomar si el objetivo es la "salud a gran escala".
Un huerto ecológico mantiene e incluso aumenta la fertilidad de la tierra, produce plantas más vigorosas y frutos de excelentísima calidad nutricional y buenísimo sabor.
Comprendiendo y respetando los procesos y ciclos de la naturaleza, estamos a la vez contribuyendo a la salud de nosotros mismos como consumidores, de nuestro entorno, de nuestra sociedad, de nuestro planeta y de nuestro futuro.
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